Viernes 14 de febrero de 2020
QUERIDA AMAZONIA: EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PUEBLO DE DIOS Y A TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD
Miércoles 5 de febrero de 2020
LIII Jornada Mundial de la Paz 2020: La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica.
"El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente», un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano." Punto 2, Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial por la Paz, 1 de enero 2020.
Viernes 13 de diciembre de 2019
Viernes 6 de diciembre de 2019

Admirabile signum: sobre el significado y el valor del belén.
Autor: German Masserdotti
“Con esta Carta quisiera alentar la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas...” (
AS, 1), afirma el papa Francisco en la Carta apostólica
Admirabile signum[1] del 1° de diciembre de 2019.
Llama la atención la referencia a los espacios públicos: en ellos también los cristianos debemos anunciar el Evangelio de Jesús, que en la Navidad nace como Niño.
Se trata del “hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano” que “causa siempre asombro y admiración” (AS, 1).
Las palabras del papa Francisco recuerdan la recomendación de San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, de “mirar el lugar o gruta de nacimiento, qué grande o qué pequeña era, qué baja o qué alta, y cómo estaba preparada” (EE. EE., 112) y “pedir lo que quiero: será aquí pedir conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga” (EE. EE., 104) y de hacernos como “un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndoles en lo que necesiten, como si presente me hallase, con todo el acatamiento y reverencia posibles; y después reflexionar en mi interior para sacar algún provecho” (EE. EE., 114).
El papa Francisco se remonta a Greccio, en el valle Reatino y agrega que “allí san Francisco se detuvo viniendo probablemente de Roma, donde el 29 de noviembre de 1223 había recibido del Papa Honorio III la confirmación de su Regla. Después de su viaje a Tierra Santa, aquellas grutas le recordaban de manera especial el paisaje de Belén. Y es posible que el Poverello quedase impresionado en Roma, por los mosaicos de la Basílica de Santa María la Mayor que representan el nacimiento de Jesús, justo al lado del lugar donde se conservaban, según una antigua tradición, las tablas del pesebre”.
Deseoso de contemplar la vida de Jesús recién nacido, el Poverello pidió que recrearan la escena. El 25 de diciembre “llegaron a Greccio muchos frailes de distintos lugares, como también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa. Cuando llegó Francisco, encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Las personas que llegaron mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible, como nunca antes habían experimentado. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión, en Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes”, Narran las Fuentes franciscanas.
De esta manera, observa el papa, San Francisco de Asís “realizó una gran obra de evangelización con la simplicidad de aquel signo. Su enseñanza ha penetrado en los corazones de los cristianos y permanece hasta nuestros días como un modo genuino de representar con sencillez la belleza de nuestra fe. Por otro lado, el mismo lugar donde se realizó el primer belén expresa y evoca estos sentimientos. Greccio se ha convertido en un refugio para el alma que se esconde en la roca para dejarse envolver en el silencio” (AS, 3).
El papa resalta que “el pesebre es desde su origen franciscano una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados (cf. Mt 25,31-46)” (AS, 3).
Luego de “repasar los diversos signos del belén para comprender el significado que llevan consigo” (AS, 4), el papa Francisco comenta que con frecuencia “a los niños —¡pero también a los adultos!— les encanta añadir otras figuras al belén que parecen no tener relación alguna con los relatos evangélicos. Y, sin embargo, esta imaginación pretende expresar que en este nuevo mundo inaugurado por Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura. Del pastor al herrero, del panadero a los músicos, de las mujeres que llevan jarras de agua a los niños que juegan..., todo esto representa la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, cuando Jesús comparte con nosotros su vida divina” (AS, 6).
En el belén, “María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo”. Junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia” (AS, 7).
“El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús. Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos” (AS, 8).
El papa culmina su Carta apostólica observando que “el belén forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe. Comenzando desde la infancia y luego en cada etapa de la vida, nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él, todos hijos y hermanos gracias a aquel Niño Hijo de Dios y de la Virgen María. Y a sentir que en esto está la felicidad. Que en la escuela de san Francisco abramos el corazón a esta gracia sencilla, dejemos que del asombro nazca una oración humilde: nuestro “gracias” a Dios, que ha querido compartir todo con nosotros para no dejarnos nunca solos” (AS, 10).
Lunes 2 de diciembre de 2019
Carta apostólica Admirabile signum del Santo Padre Francisco sobre el significado y el valor del Belén.
El hermoso signo del pesebre causa siempre asombro y admiración.
La representación del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría.
El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo.
La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino,
atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre.
Y descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros,
para que también nosotros podamos unirnos a Él.
Miércoles 27 de noviembre de 2019
Francisco a Universidad Sophia en Tokio:
Siempre el hombre, para administrar sus recursos de manera constructiva y eficiente, necesitó de la verdadera Sophia, de la verdadera Sabiduría. En una sociedad tan competitiva y tecnológicamente orientada, esta universidad debería ser un centro no sólo de formación intelectual, sino también un lugar donde pueda ir tomando forma una sociedad mejor, un futuro más lleno de esperanza. En el espíritu de la encíclica Laudato si’, añadiría que el amor por la naturaleza, tan típico de las culturas asiáticas, aquí debería expresarse en una inquietud inteligente y previsora por la protección de la tierra, nuestra casa común. Inquietud que puede amalgamarse con la promoción de una nueva episteme capaz de ampliar y cuestionar todo intento reduccionista de parte del paradigma tecnocrático (cf. nn. 106-114). No perdamos de vista que «la auténtica humanidad, que invita a una nueva síntesis, parece habitar en medio de la civilización tecnológica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada. ¿Será una promesa permanente, a pesar de todo, brotando como una empecinada resistencia de lo auténtico?» (ibíd., 112).
Texto completo: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2019/11/26/universita-tokyo.html
Jueves 21 de noviembre de 2019
Aprueban por unanimidad el milagro atribuido a la intercesión de Esquiú
San Fernando del Valle de Catamarca (AICA): La Comisión Médicaconvocada por el Vaticano aprobó hoy por unanimidad el milagro obrado por Dios gracias a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú, lo que constituye un importante avance en la causa de beatificación del “Orador de la Constitución”.
La Comisión Médicaconvocada por el Vaticano aprobó hoy por unanimidad el milagro obrado por Dios gracias a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú, lo que constituye un importante avance en la causa de beatificación del “Orador de la Constitución”.
El vicepostulador de la causa, Fray Marcelo Méndez OFM, desde Salta, donde reside, dio a conocer la noticia a través de un comunicado:
“Hoy 21 de noviembre de 2019, siendo en la Argentina las 7, y en Roma las 11, la Consulta de los Médicos de nivel internacional convocada por la Santa Sede, ha declarado la inexplicabilidad del milagro atribuido a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú. Ha sido una discusión cerrada, que llevó su tiempo, pero finalmente todos los médicos, por unanimidad, han declarado que no tiene explicación científica.
Es una gran alegría para el pueblo de Dios, particularmente para toda Catamarca, porque un hijo suyo, un hijo de la Patria, de nuestra querida América Latina, un hijo de Dios, Fray Mamerto Esquiú, ha sido declarado no solamente reconocidas sus virtudes en grado heroico sino también este milagro de parte de Dios, gracias a la intercesión de Fray Mamerto Esquiú.
Hoy es el día de la Presentación de la Virgen María así que, seguramente, la Madre del Valle ha estado intercediendo con su gracia.
Es una gran alegría que compartimos entre todos y, como nos dice hoy el Evangelio en su primera lectura, sigamos al Señor en derecho y justicia.
Que esta causa de Fray Mamerto Esquiú nos traiga paz y concordia a todo el pueblo argentino y latinoamericano.
Que Dios los bendiga.+
Miércoles 13 de noviembre de 2019
Jueves 7 de noviembre de 2019
La Santa Sede
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL FORO ANUAL "NUEVAS FRONTERAS PARA LÍDERES UNIVERSITARIOS" DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE UNIVERSIDADES CATÓLICAS
Sala adyacente al Aula Pablo VI
Lunes, 4 de noviembre de 2019[Multimedia]
Rectores Magníficos y estimados profesores:
Bienvenidos a este encuentro, con ocasión de la conferencia de la Federación Internacional de Universidades Católicas sobre “Nuevas fronteras para los dirigentes universitarios. El futuro de la salud y el ecosistema de las universidades”. Saludo cordialmente a la Presidenta, Prof. Isabel Capeloa Gil, y le doy las gracias por la amabilidad de haber hablado en castellano, y a todos los presentes, al tiempo que agradezco a la Federación su compromiso con el estudio y la investigación.
Hoy el sistema universitario se enfrenta a retos inesperados derivados del desarrollo de la ciencia, la evolución de las nuevas tecnologías y las necesidades de la sociedad, que requieren de las instituciones académicas respuestas adecuadas y actualizadas. La fuerte presión, sentida en los diversos ámbitos de la vida socioeconómica, política y cultural, interpela, por lo tanto, a la
vocación misma de la universidad, en particular a la tarea de los profesores de enseñar, investigar y preparar a las generaciones más jóvenes para que se conviertan no sólo en profesionales cualificados en las diversas disciplinas, sino también en protagonistas del bien común, en líderes creativos y responsables de la vida social y civil con una visión correcta del hombre y del mundo. En este sentido, las universidades hoy deben preguntarse qué contribución pueden y deben hacer a la salud integral del hombre y a una ecología solidaria.
Si estos desafíos conciernen a todo el sistema universitario, las universidades católicas deberían sentir estas exigencias aún más intensamente. Con vuestra apertura universal (precisamente “universitas”), podéis lograr que la Universidad Católica sea el lugar donde las soluciones para el
progreso civil y cultural de las personas y de la humanidad, caracterizado por la solidaridad, se persigan con constancia y profesionalidad, considerando lo que es contingente sin perder de vista lo que tiene un valor más general. Los problemas, viejos y nuevos, deben ser estudiados en su especificidad e inmediatez, pero siempre desde una perspectiva personal y global. La interdisciplinariedad, la cooperación internacional y el compartir los recursos son elementos importantes para que la universalidad se traduzca en proyectos solidarios y fructuosos en favor
del hombre, de todos los hombres y también del contexto en el que crecen y viven.
Como ya podemos ver, el desarrollo de las tecno-ciencias está destinado a repercutir cada vez más en la salud física y psicológica de las personas. Pero como también repercute en los modos y procesos de los estudios académicos, hoy más que en el pasado hay que recordar que toda enseñanza implica también un cuestionamiento de los porqués, es decir, requiere una reflexión sobre los fundamentos y los fines de cada disciplina. Una educación reducida a una mera
instrucción técnica, o a mera formación, se convierte en una alienación de la educación; creer que se puede transmitir el conocimiento abstrayéndolo de su dimensión ética sería como renunciar a educar.
Es necesario superar el legado de la Ilustración. Educar, en general, pero sobre todo en las universidades, no es sólo llenar la cabeza de conceptos. Se necesitan los tres lenguajes. Es necesario que entren en juego los tres lenguajes: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, para que se piense en armonía con lo que se siente y se hace; se sienta en armonía con lo que se piensa y se hace, se haga en armonía con lo que se siente y se piensa. Una armonía general, no separada de la totalidad.
Por eso es necesario actuar, partiendo en primer lugar de una idea de educación concebida como un proceso teleológico, es decir que apunta al fin, necesariamente orientado hacia un fin y, por lo tanto, hacia una visión precisa del hombre. Pero también necesitamos tener otra perspectiva para abordar la cuestión de los porqués ―es decir, de la esfera ética― en el campo educativo. Se trata de su carácter típicamente epistemológico, que afecta a toda la gama del saber, y no sólo a los conocimientos humanistas, sino también a los naturales, científicos y tecnológicos. El vínculo
entre conocimiento y finalidad remite al tema de la intencionalidad y al papel del sujeto en todo proceso cognitivo. Y llegamos así a una nueva episteme; es un reto: hacer una nueva episteme. La epistemología tradicional había subrayado este papel, considerando el carácter impersonal de todo conocimiento como una condición de objetividad, un requisito esencial de la universalidad y comunicabilidad del conocimiento. Hoy, sin embargo, muchos autores señalan que no hay experiencias totalmente impersonales: la forma mentis, las creencias normativas, las categorías, la creatividad, las experiencias existenciales del sujeto representan una “dimensión tácita” del conocimiento pero siempre presente, un factor indispensable para la aceptación del progreso científico. No podemos pensar en una nueva episteme de laboratorio, no funciona, pero sí de la vida.
En esta perspectiva, la universidad tiene una conciencia, pero también una fuerza intelectual y moral cuya responsabilidad va más allá de la persona a educar y se extiende a las necesidades
de toda la humanidad. Y la FIUC está llamada a asumir el imperativo moral de trabajar para lograr una comunidad académica internacional más unida, por un lado, hundiendo con mayor convicción sus raíces en el contexto cristiano en el que se originaron las universidades y, por otro, consolidando la red entre las universidades de origen antiguo y las de las generaciones más jóvenes, a fin de desarrollar un espíritu universalista orientado a mejorar la calidad de vida cultural de las personas y de los pueblos. El ecosistema de las universidades se construye si cada universitario cultiva una sensibilidad particular, esa que procede de su atención al hombre, a todo el hombre, al contexto en que vive y crece y a todo lo que contribuye a su promoción.
La formación de los líderes alcanza sus objetivos cuando logra invertir el tiempo académico con el fin de desarrollar no sólo la mente, sino también el “corazón”, la conciencia y las capacidades prácticas del estudiante; los conocimientos científicos y teóricos deben mezclarse con la sensibilidad del erudito e investigador para que los frutos del estudio no se adquieran en un sentido autorreferencial, sino que se proyecten en un sentido relacional y social. En última instancia, así como todo científico y todo hombre de cultura tiene la obligación de servir más, porque sabe más, así también la comunidad universitaria, especialmente si es de inspiración cristiana, y el ecosistema de las instituciones académicas deben responder juntos a la misma obligación.
En esta perspectiva, el camino que la Iglesia, y con ella los intelectuales católicos, deben seguir, es el que expresa sintéticamente el Patrón de la FIUC, el recién canonizado cardenal Newman, de esta manera: «La Iglesia no teme al conocimiento, sino que lo purifica todo, no ahoga ningún
elemento de nuestra naturaleza, sino que cultiva todo»[1]. Gracias.
[1] The Idea of a University, Westminster, p. 234.
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 4 de noviembre de 2019.
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